miércoles, 29 de abril de 2015

MERCEDES ARAUJO / 9 POEMAS / ANTOLOGÍA BREVE

MERCEDES ARAUJO




No vale hacer de la ocasión
una carnicería, invocar fulgores
que se han apagado:
lo mejor es tomar la lanza
empuñarla suavemente
y abandonarse en el campo de batalla.

Ver correr la sangre ajena siempre nos atrapa.

Ver correr la propia es descubrir

quién uno es.
                                             

                                                                   De Móviles azules, en Duelo, ed. En danza (2005).




Vi lo que vi
cráneos de elefantes con memoria
hombres lince, mujeres con velos como murallas
una cafetera árabe en una plaza
custodiada por pastores.

Todos los animales tememos a otro.



***



Las hembras cazan de noche
esperan y clavan colmillos en garganta
en épocas de celo las hembras
tenemos el pelo brillante
en épocas de celo cambia
el sentido de las palabras
en épocas de celo puedo
quitarme el velo, partir de viaje
brillar o permanecer
-el ritmo es el mismo en cualquier música-

                                                                                                De Viajar sola, Ed. Abeja Reina, 2009, Bs. As. Argentina




El peligro no aparece al principio,
lleva un tiempo comprender que las olas se estrellan
contra peñascos y otro tiempo dejar de intentar
que el cuerpo encuentre amparo.
Cuando lo has perdido, el agua te recuerda
que no es posible comenzar de nuevo,
en todo caso no con el mismo cuerpo.
Como un animal pequeño, de pelo débil
con orejas puntiagudas, las manos y los pies de mona,
con el pelo liso como el que tengo en estos días,
así, creo, será posible sobrevivir en el mar.



***


Acaricio con pena las hojas del ciruelo
antes de la lluvia parecían flores moradas y blancas.
Que los cuatros ríos que atraviesan la isla desemboquen
en el mar, me hace tener un cuerpo más cercano.
También he terminado por aprender
que para estar cautiva es mejor aquí,
hoy casi nieva y yo estreno
un gorro con el cual simpatizan mucho los peces,
a simple vista parece que tuviera agallas porque dos pequeñas
aletas le salen de los costados, con este gorro puesto

es como si no pudiera ir para adelante ni para atrás.



***


Te contaría que los pájaros que se habían ido, han vuelto,
y que ahora tengo el pico róseo, plumas timoneras y me dedico
por completo a la flor y el fruto del naranjo.
Hay algo que me ha dejado confundida:
el desconsuelo se ha vuelto mayor,
una cobardía que recién ahora conozco.
No he sabido ni podido entender
cómo es la partida de la luz cada día
tan distinta, cómo es que el mar descarga tempestades,
no había pensado antes en la sal blanca y cristalina
que en el agua se disuelve y en cómo el sol
brilla más sobre la sal que sobre el verde. Perro,
reptil, ave de presa, todo me sorprende
la fragilidad, las alas que se despliegan 
hay flores amarillas que vegetan en la cabeza
y en otras partes del cuerpo.




***


Al anochecer, cuando el aire es fresco
puede inquietarme el sonido de las voces de los niños
que se oye repiquetear a lo lejos,
sé que ellos también son predadores
y sanguinarios, yo lo fui, el pequeño cuerpo replegado,
la barriga brillante, empuñando mis deseos
como aguja de zurcir. Por aquí es tan habitual
el chirrido de los hierros,
como el aguijón filoso del grillo topo



*** 


Mi alma es menos mía y más la del caballo
con mataduras en el lomo, vi mis propios huesos
fosforeciendo en medio de la noche,
ayer lechuzas de plumas blancas revolotearon
sobre la salina primero y luego
sobre un riacho que se ha formado
y en ese movimiento
las he visto acorralar la muerte. 

***

Hay días en los que me hundo en el agua y no sé
si por influjo de la luna o por un simple movimiento del sol
puedo deslizarme sobre la tierra tan sinuosamente
como una serpiente con aros de color azul intenso
desde la cola a la boca, pero ese cuerpo de serpiente
pálido y embozado no soy yo,
quisiera poder aclarar cerca de tus oídos
algunas de estas cosas, me has dicho
que no es posible por ahora,
ya que las nuevas ocupaciones te llevan todo el día
y también que tu vida es mejor, más sólida.
No me hagas caso, simplemente podrías decirme
si es verdad que las escamas de mi cuero
siguen brillando a pesar de haber sido
arrancadas una por una, y que aún así
el cuerpo está contento con esta pequeña vida.

                                                            De La isla, Ed. Bajo la luna, 2010, Bs. As. Argentina





Mercedes Araujo nació en Mendoza en 1972 y vive en Buenos Aires.
Obtuvo los siguientes premios: 
Premio Alberto Burnichon al mejor libro editado en Córdoba en el año 2003.
Tercer premio del Fondo Nacional de las Artes con el libro de poemas La isla, 2010. 
 Primer premio del Fondo Nacional de las Artes con la novela La hija de la Cabra, Bajo la luna.
Publicó los libros :
Ásperos esmeros (Ed. Del Copista) 2003
Duelo (Ed. En Danza) 2005, 
Viajar sola (Ed. Abeja Reina) 2009 ,
 La isla (Ed. Bajo la luna) y
La Hija de la Cabra, 2012, (Ed. Bajo la luna)

Sus poemas forman parte de la antología Poetas argentinas, 1960-1980, Ed. Del Dock.








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